NEUMONIA
La neumonía es un tipo de infección respiratoria aguda que
afecta a los pulmones. Éstos están formados por pequeños sacos, llamados
alvéolos, que —en las personas sanas— se llenan de aire al respirar.
Los alvéolos de los enfermos de neumonía están llenos de pus y líquido,
lo que hace dolorosa la respiración y limita la absorción de oxígeno.
La neumonía es la principal causa individual de mortalidad
infantil en todo el mundo. Se calcula que mata cada año a unos 1,4
millones de niños menores de cinco años, lo que supone el 18% de todas
las defunciones de niños menores de cinco años en todo el mundo. La
neumonía afecta a niños —y a sus familias— de todo el mundo, pero su
prevalencia es mayor en el África subsahariana y Asia meridional. Pueden
estar protegidos mediante intervenciones sencillas y tratados con
medicación y cuidados de costo bajo y tecnología sencilla.
Causas
Diversos agentes infecciosos —virus, bacterias y hongos— causan neumonía, siendo los más comunes los siguientes:
- Streptococcus pneumoniae: la causa más común de neumonía bacteriana en niños;
- Haemophilus influenzae de tipo b (Hib): la segunda causa más común de neumonía bacteriana;
- El virus sincitial respiratorio es la causa más frecuente de neumomía vírica.
- Pneumocystis jiroveci es una causa importante de neumonía en niños menores de seis meses con VIH/SIDA, responsable de al menos uno de cada cuatro fallecimientos de lactantes seropositivos al VIH.
Transmisión
La neumonía puede propagarse por diversas vías. Los virus y
bacterias presentes comúnmente en la nariz o garganta de los niños,
pueden infectar los pulmones al inhalarse. También pueden propagarse por
vía aérea, en gotículas producidas en tosidos o estornudos. Además, la
neumonía puede propagarse por medio de la sangre, sobre todo en el parto
y en el período inmediatamente posterior. Se necesita investigar más
sobre los diversos agentes patógenos que causan la neumonía y sobre sus
modos de transmisión, ya que esta información es fundamental para el
tratamiento y la prevención de la enfermedad.
Síntomas
Los síntomas de la neumonía vírica y los de la bacteriana son
similares, si bien los de la neumonía vírica pueden ser más numerosos
que los de la bacteriana.
Son síntomas de neumonía los siguientes:
- respiración rápida o dificultosa
- tos
- fiebre
- escalofríos
- pérdida de apetito
- sibilancia (más común en infecciones víricas).
En casos de neumonía grave, los niños pueden presentar tiraje
subcostal; es decir, depresión o retracción de la parte inferior del
tórax durante la inspiración (en una persona sana, el pecho se expande
durante la inspiración). En lactantes, la neumonía puede ocasionar
incapacidad para consumir alimentos o líquidos, así como pérdida de
consciencia, hipotermia y convulsiones.
Factores de riesgo
La mayoría de los niños sanos pueden combatir la infección
mediante sus defensas naturales, pero los niños inmunodeprimidos
presentan un mayor riesgo de contraer neumonía. El sistema inmunitario
del niño puede debilitarse por malnutrición o desnutrición, sobre todo
en lactantes no alimentados exclusivamente con leche materna.
La presencia previa de enfermedades como sarampión o
infecciones de VIH asintomáticas también aumentan el riesgo de que un
niño contraiga neumonía.
Los factores ambientales siguientes también aumentan la susceptibilidad de los niños a la neumonía:
- la contaminación del aire interior ocasionada por el uso de biomasa (como leña o excrementos) como combustible para cocinar o calentar el hogar
- vivir en hogares hacinados
- el consumo de tabaco por los padres.
Tratamiento
La neumonía puede tratarse con antibióticos, los cuales suelen
recetarse en centros de salud u hospitales, pero la inmensa mayoría de
los casos de neumonía infantil pueden tratarse eficazmente en el hogar.
Se recomienda la hospitalización de los lactantes de dos meses o menos,
así como de los casos muy graves.
Prevención
La prevención de la neumonía infantil es un componente
fundamental de toda estrategia para reducir la mortalidad infantil. La
inmunización contra la Hib, neumococos, sarampión y tos ferina es la
forma más eficaz de prevenir la neumonía.
Una nutrición adecuada es clave para mejorar las defensas
naturales del niño, comenzando con la alimentación exclusiva con leche
materna durante los seis primeros meses de vida; además de prevenir
eficazmente la neumonía, reduce la duración de la enfermedad.
También puede reducirse el número de niños que contraen
neumonía corrigiendo factores ambientales como la contaminación del aire
interior (por ejemplo, proporcionando cocinas de interior limpias a
precios asequibles) y fomentando una higiene correcta en hogares
hacinados.
A los niños infectados con el VIH se les administra el
antibiótico cotrimoxazol diariamente para reducir el riesgo de que
contraigan neumonía.
Costos económicos
Hay investigaciones que han determinado que la prevención y el
tratamiento adecuado de la neumonía pueden evitar un millón de
fallecimientos de niños al año. Únicamente mediante el tratamiento
adecuado pueden evitarse 600 000 muertes al año.
Se calcula que el costo de tratar con antibióticos a todos los
niños enfermos de neumonía en los 42 países más pobres del mundo es de
unos 600 millones de dólares EE. UU. Tratar la neumonía en el África
subsahariana y Asia meridional —donde se producen el 85% de los
fallecimientos— costaría la tercera parte de esta cantidad, unos 200
millones de dólares. Esta cifra incluye el costo de los propios
antibióticos y también la formación de los profesionales sanitarios, que
fortalece los sistemas de salud en su conjunto.
Respuesta de la OMS
En 2009, la OMS y el UNICEF pusieron en marcha el Plan de Acción Mundial para la Prevención y el Control de la Neumonía
(GAPP), que tiene por objetivo acelerar el control de la neumonía
combinando diversas intervenciones de protección, prevención y
tratamiento de la enfermedad en los niños, con medidas como las
siguientes:
- protección de los niños de la neumonía, entre otras cosas promoviendo la lactancia natural exclusiva y el hábito de lavarse las manos y reduciendo la contaminación del aire en interiores;
- prevención de la neumonía mediante la vacunación;
- tratamiento de la neumonía, sobre todo procurando que todos los niños enfermos tengan acceso a una atención sanitaria correcta (dispensada por un agente de salud comunitario o bien en un centro de salud cuando la afección revista gravedad) y reciban los antibióticos y el oxígeno que necesitan para sanar.
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